En aproximadamente 45 minutos estábamos cruzando los túneles que nos comunican con la circunvalación de Amberes.
Para no perder mucho tiempo aparcamos en el parking subterráneo de la plaza Groenplaats.
Esa plaza es la típica que nos hemos encontrado por todo el país, con una gran variedad de bares y terrazas para poder sentarnos a tomar una de las magníficas cervezas belgas.
En el centro hay una estatua de Rubens.
Justo al lado de la plaza está la calle Meir, que es la principal arteria comercial de la ciudad, y que culmina en el Grand Bazar que es el centro comercial más conocido de Amberes.
Como ya teníamos todas las compras hechas, empezamos a visitar Amberes.
Nuestra primera parada es la casi contigua Catedral de Nuestra Señora. Construida en estilo gótico y finalizada en 1.530, posee la torre más elevada de todo el Benelux, con sus 123 metros de altura.
Curiosamente podemos ver que se pretendía construir una torre gemela a la ya existente, pero por falta de financiación esta ha quedado sin construir.
Eso le da una sensación incompleta a la catedral, tal y como pasa por ejemplo en la Catedral de Málaga.
Entramos en la catedral y realmente no pudimos recorrerla libremente, porque en ese momento comenzaba un oficio religioso, así que nos limitamos a tener una panorámica desde la zona de la entrada.
Frente a la Catedral vemos el Pozo Quentin Massys, obra del pintor homónimo, y que tal y como indica el letrero del pozo, fue un herrero que se convirtió en pintor por amor.
Su construcción finalizó en 1.565, y fue saqueado poco después por los invasores españoles.
La amplia restauración del s XIX hace que luzca tan imponente como podemos contemplarlo en la actualidad.
El ayuntamiento de Amberes inspiró la construcción de otros edificios emblemáticos como la Puerta Verde de Gdańsk.
Frente al ayuntamiento se encuentra la fuente de Bravo.
Cuenta la leyenda de que en el río Escalda vivía un gigante llamado Druon Antigoon, que cortaba una mano a todos los capitanes de barco que amarraban en la zona y se negaban a pagarle un peaje.
Esto fue así hasta que el capitán del ejército romano Silvio Bravo consiguió cortar la mano al gigante y tirarla al río.
Esta tan arraigada esta leyenda en la ciudad, que aparece en la etimología del nombre de la ciudad Amberes (en neerlandés Antwerpen) significa esto mismo: Ant (mano); werpen (lanzamiento).
En la fuente vemos a Bravo en el momento en el que lanza la mano del gigante al río.
Esta calle tiene una gran variedad de restaurantes, entre los que destaca una franquicia de nuestro querido Amadeus.
Al final de esa calle llegamos al río Escalda.
Para acceder al paseo que discurre por la orilla del río hay que subir unas escaleras, ya que se encuentra ligeramente elevado del nivel de la calle.
El escalda nos recibio con un viento absolutamente gélido, por lo que nos hicimos una fotos rápida con el famoso letrero de "ANTWERPEN" y bajamos nuevamente al nivel de calle.
Avanzamos siguiendo la orilla del río, pero sin estar tan espuestos al viento, y llegamos al Castillo de Steen (Het Steen).
Se trata del edificio más antiguo de la ciudad, datado en el s XII, aunque desde el año 600 siempre ha existido un castillo en esa zona. Este castillo ha sido usado como prisión, y actualmente alberga el museo naval de la ciudad.
Frente a la imponente silueta del castillo podemos ver una estatua del gigante de Amberes, y sobre la puerta de entrada hay una estatua en honor a Semini, que es el dios escandinavo de la fertilidad.
Entramos al castillo y la verdad es que tampoco merece mucho la pena, ya que lo unico "visitable " es una cafetería-ludoteca, y el citado museo naval.
Vimos desde lejos el edificio de la autoridad marítima de Amberes, y decidimos volver al centro de la ciudad.
Lo primero que vimos es la Vleeshuis (Casa gremial de los carniceros), que tiene una fachada muy curiosa, ya que la mezcla entre el ladrillo y la piedra blanca, da una sensación de estar ante un enorme trozo de carne.
Avanzando hacia el norte llegamos a la iglesia de San Pablo (St. Pauluskerk).
Para mi fue una de las grandes sorpresas del viaje. De esta iglesia gótica del s XVI destaca su campanario barroco, pero sobretodo nos dejó fascinados un pequeño patio adyacente.
Allí figura un calvario con 63 estatuas que representan los últimos días de la vida de Cristo. Realmente las fotos no hacen honor al monumento, siendo más impactante al encontrarnos solos allí en el patio durante toda nuestra visita.
Tras esta agradable sorpresa, continuamos callejeando hasta acceder por un pequeño callejón a una plaza que nos sitúa frente a la Iglesia de San Carlos Borromeo.
Esta iglesia construida en el s XVII es importante porque su fachada fue diseñada por uno de los ilustres habitantes de Amberes: Rubens.
Frente a la iglesia se halla la biblioteca de Amberes, presidida por una estatua del novelista Hendrik Conscience.
Con esa última visita dimos por finalizada la visita a pie de Amberes y caminamos de vuelta a la plaza Groenplaats para hacer uso de una de las magníficas terrazas y disfrutar de una cerveza belga. En este caso degustamos una seef bier, designada mejor cerveza del mundo en 2.014.
Tras el descanso recorrimos con el coche el barrio de los diamantes hasta ver la Mansión de Rubens (Rubenshuis) , y un poco hacia delante la espectacular estación central de Amberes.
Con eso pusimos punto y final a nuestra visita a Amberes y recorrimos de nuevo el camino de vuelta a Gante.
Para finalizar este magnífico viaje nos dimos un último homenaje en nuestro querido Amadeus.
Al día siguiente desayunamos en el hotel y pusimos rumbo al aeropuerto de Zaventen para regresar a Madrid y poner punto y final a este magnífico viaje.
Espero que hayais disfrutado del relato, y hasta el próximo viaje.
Para no perder mucho tiempo aparcamos en el parking subterráneo de la plaza Groenplaats.
Esa plaza es la típica que nos hemos encontrado por todo el país, con una gran variedad de bares y terrazas para poder sentarnos a tomar una de las magníficas cervezas belgas.
En el centro hay una estatua de Rubens.
Plaza Groenplaats
Justo al lado de la plaza está la calle Meir, que es la principal arteria comercial de la ciudad, y que culmina en el Grand Bazar que es el centro comercial más conocido de Amberes.
Calle Meir
Como ya teníamos todas las compras hechas, empezamos a visitar Amberes.
Nuestra primera parada es la casi contigua Catedral de Nuestra Señora. Construida en estilo gótico y finalizada en 1.530, posee la torre más elevada de todo el Benelux, con sus 123 metros de altura.
Curiosamente podemos ver que se pretendía construir una torre gemela a la ya existente, pero por falta de financiación esta ha quedado sin construir.
Eso le da una sensación incompleta a la catedral, tal y como pasa por ejemplo en la Catedral de Málaga.
Catedral de Amberes
Interior de la catedral
Púlpito
Entramos en la catedral y realmente no pudimos recorrerla libremente, porque en ese momento comenzaba un oficio religioso, así que nos limitamos a tener una panorámica desde la zona de la entrada.
Frente a la Catedral vemos el Pozo Quentin Massys, obra del pintor homónimo, y que tal y como indica el letrero del pozo, fue un herrero que se convirtió en pintor por amor.
Pozo Quentin Massys
A escasos metros de la Catedral giramos a la derecha para llegar a la plaza Grotemarkt, donde se alza el ayuntamiento de Amberes.Su construcción finalizó en 1.565, y fue saqueado poco después por los invasores españoles.
La amplia restauración del s XIX hace que luzca tan imponente como podemos contemplarlo en la actualidad.
El ayuntamiento de Amberes inspiró la construcción de otros edificios emblemáticos como la Puerta Verde de Gdańsk.
Ayuntamiento de Amberes
Plaza Grotemarkt
Plaza Grotemarkt
Frente al ayuntamiento se encuentra la fuente de Bravo.
Cuenta la leyenda de que en el río Escalda vivía un gigante llamado Druon Antigoon, que cortaba una mano a todos los capitanes de barco que amarraban en la zona y se negaban a pagarle un peaje.
Esto fue así hasta que el capitán del ejército romano Silvio Bravo consiguió cortar la mano al gigante y tirarla al río.
Esta tan arraigada esta leyenda en la ciudad, que aparece en la etimología del nombre de la ciudad Amberes (en neerlandés Antwerpen) significa esto mismo: Ant (mano); werpen (lanzamiento).
En la fuente vemos a Bravo en el momento en el que lanza la mano del gigante al río.
Fuente de Bravo
Salimos de la Grotemarkt y recorrimos la calle Suikerrui hasta llegar al río Escalda. Esta calle tiene una gran variedad de restaurantes, entre los que destaca una franquicia de nuestro querido Amadeus.
Al final de esa calle llegamos al río Escalda.
Para acceder al paseo que discurre por la orilla del río hay que subir unas escaleras, ya que se encuentra ligeramente elevado del nivel de la calle.
El escalda nos recibio con un viento absolutamente gélido, por lo que nos hicimos una fotos rápida con el famoso letrero de "ANTWERPEN" y bajamos nuevamente al nivel de calle.
Río Escalda
Carteles en el río Escalda
Cartel de Amberes Junto al río
Barco militar en el Escalda
Avanzamos siguiendo la orilla del río, pero sin estar tan espuestos al viento, y llegamos al Castillo de Steen (Het Steen).
Se trata del edificio más antiguo de la ciudad, datado en el s XII, aunque desde el año 600 siempre ha existido un castillo en esa zona. Este castillo ha sido usado como prisión, y actualmente alberga el museo naval de la ciudad.
Frente a la imponente silueta del castillo podemos ver una estatua del gigante de Amberes, y sobre la puerta de entrada hay una estatua en honor a Semini, que es el dios escandinavo de la fertilidad.
Castillo de Steen
Estatua del gigante de Amberes
Entrada al castillo
Entrada al castillo
Reloj de arena
Detalle de la entrada
Entramos al castillo y la verdad es que tampoco merece mucho la pena, ya que lo unico "visitable " es una cafetería-ludoteca, y el citado museo naval.
Vimos desde lejos el edificio de la autoridad marítima de Amberes, y decidimos volver al centro de la ciudad.
Edificio de la autoridad marítima de Amberes
Lo primero que vimos es la Vleeshuis (Casa gremial de los carniceros), que tiene una fachada muy curiosa, ya que la mezcla entre el ladrillo y la piedra blanca, da una sensación de estar ante un enorme trozo de carne.
Vleeshuis
Avanzando hacia el norte llegamos a la iglesia de San Pablo (St. Pauluskerk).
Para mi fue una de las grandes sorpresas del viaje. De esta iglesia gótica del s XVI destaca su campanario barroco, pero sobretodo nos dejó fascinados un pequeño patio adyacente.
Allí figura un calvario con 63 estatuas que representan los últimos días de la vida de Cristo. Realmente las fotos no hacen honor al monumento, siendo más impactante al encontrarnos solos allí en el patio durante toda nuestra visita.
Calvario de la iglesia de San Pablo
Fila de estatuas
Detalle del calvario
Calvario
Tras esta agradable sorpresa, continuamos callejeando hasta acceder por un pequeño callejón a una plaza que nos sitúa frente a la Iglesia de San Carlos Borromeo.
Esta iglesia construida en el s XVII es importante porque su fachada fue diseñada por uno de los ilustres habitantes de Amberes: Rubens.
Frente a la iglesia se halla la biblioteca de Amberes, presidida por una estatua del novelista Hendrik Conscience.
Iglesia de San Carlos Borromeo
Estatua de Hendrik Conscience
Con esa última visita dimos por finalizada la visita a pie de Amberes y caminamos de vuelta a la plaza Groenplaats para hacer uso de una de las magníficas terrazas y disfrutar de una cerveza belga. En este caso degustamos una seef bier, designada mejor cerveza del mundo en 2.014.
Groenplaats
Tras el descanso recorrimos con el coche el barrio de los diamantes hasta ver la Mansión de Rubens (Rubenshuis) , y un poco hacia delante la espectacular estación central de Amberes.
Mansión de Rubens
Estación central de Amberes
Interior de la estación
Con eso pusimos punto y final a nuestra visita a Amberes y recorrimos de nuevo el camino de vuelta a Gante.
Para finalizar este magnífico viaje nos dimos un último homenaje en nuestro querido Amadeus.
Al día siguiente desayunamos en el hotel y pusimos rumbo al aeropuerto de Zaventen para regresar a Madrid y poner punto y final a este magnífico viaje.
Espero que hayais disfrutado del relato, y hasta el próximo viaje.
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