martes, 14 de enero de 2014

ETAPA 3: LISBOA Y SINTRA

DÍA 6

Tras un buen desayuno en el hotel, comenzaba nuestra visita a la capital de Portugal.

Lisboa amanecía con una suave temperatura, que hacía necesario llevar algo de abrigo para las primeras horas del día.

Apenas a 5 minutos de distancia del hotel nos encontramos con la parada de metro de S. Sebastiao.
Justo enfrente del metro está el Corte Inglés de Lisboa.

El metro de Lisboa funciona con una tarjeta prepago, que hay que ir recargando al más puro estilo Oyster card de Londres.

Cogimos la linea azul hasta Baixa-Chiado, y allí hicimos transbordo hasta nuestro destino que era la plaza de Rossio. La parada de metro tiene una salida en la propia plaza de Rossio, y otra en la contigua plaza de Figueira. Nosotros salimos en Rossio, ya que desde ahí comenzaban los tours gratuitos de Lisboa.


Plaza de Rossio

Plaza de Rossio

Castillo de San Jorge

Después de haber hecho tours gratuitos en Munich, Londres y Gdansk, no podíamos perdernos el de Lisboa. El tour gratuito de LIsboa es diferente al resto, ya que por la particular fisonomía de la capital portuguesa, es imposible hacer un único tour que recorra lo fundamental de la ciudad.

Uno de los tours recorre la parte de Baixa y Chiado, y el otro el barrio de Alfama.

Tras meditarlo detenidamente decidimos hacer el tour de Alfama, ya que es un barrio de callecitas muy estrechas, que sin guía es difícil de llegar a conocer bien.

Desgraciadamente eramos los únicos españoles que queríamos hacer un tour gratis ese día, por lo que tuvimos que hacerlo en inglés. Afortunadamente el guía hablaba también español, y lo poco que no comprendíamos, nos lo explicaba en el idioma de Cervantes.

Comenzamos el tour caminando desde la plaza Rossio hacia la plaza de Figueira. 

En la plaza de Figueira se puede coger el famoso tranvia 28 que nos lleva hacia el castillo de San Jorge, o hacia el barrio alto. 

También allí se puede coger el tranvía 15 que nos llevaría al barrio de Belem.

El tranvía 28

Plaza de Figueira

Plaza de Figueira

Nosotros con el tour íbamos a pie, y ahí fue cuando descubrimos el gran handicap de Lisboa: sus escaleras. 

Vayas donde vayas hay escaleras por todos lado, o sino empinadas cuestas con el famoso empedrado portugués bajo nuestros pies.

Elevador de Santa Justa

Subimos una angosta escalera, para llegar a una zona con murales dedicados al fado.

Seguimos subiendo hasta llegar a la terraza del restaurante O Terraço. Desde allí tenemos una panorámica espectacular de la ciudad de Lisboa y del río Tajo a nuestros pies.


Mural homenaje al fado

Vista de Lisboa

Un avión sobrevuela Lisboa

Continuamos ascendiendo hasta llegar al castillo de San Jorge. El castillo ocupa la parte superior de la colina más alta que se erige en Lisboa, y gracias a ello goza de una ubicación privilegiada para disfrutar del estuario del Tajo y de la capital portuguesa.

Tras explicarnos largo y tendido la historia del castillo, nuestro guía nos llevo por una zona donde aun se notaban los estragos del devastador terremoto que asoló Lisboa en 1755. 

El seismo de 10 minutos de duración, y 9 grados en la escala de Richter, fue seguido por un maremoto y un incendio que causaron la destrucción casi total de Lisboa. 

Se estima que murieron al menos 100.000 personas por el derrumbe de edificios, los incendios y las olas de hasta 20 metros de altura.


Restos del terremoto

Estuario del Tajo

Bonito jardín

De ahí bajamos unos metros hacia el mirador de Santa Lucía, donde disfrutamos de unas magníficas vistas de la ciudad y el estuario del Tajo. 

Aprovechamos entonces para  para hacer un pequeño descanso, y tomarnos un Sumol de naranja bien fresquito.

Continuamos la visita y llegamos a la catedral de Lisboa. La Sé de Lisboa es la iglesia más antigua de la ciudad, ya que se inició su construcción en el año 1147. 

Su nombre oficial es Santa Maria la Mayor de Lisboa, y al haber sido modificada en multitud de ocasiones, presenta una mezcla de estilos arquitectónicos.

Su fachada principal tiene un aspecto de fortificación, con sus torres almenadas.

Continuamos andando por pleno barrio de Alfama. Este típico barrio de pescadores lisboeta, se caracteriza por sus estrechas calles, y porque todo el mundo que allí reside se conoce entre si. 
Me recuerda un poco al barrio del Albaicín granadino.


Bajada desde el castillo

Barrio de Alfama

Barrio de Alfama

Barrio de Alfama

Barrio de Alfama

Cerca de allí nos sentamos en un sombreado patio portugués junto a la iglesia de San Vicente de Fora, y nos despedimos de nuestro guía.

El tour había sido duro por la cantidad de escaleras que habíamos subido y por el intenso calor, que superaba los 35Cº. Así que decidimos volver a la zona de nuestro hotel para comer por allí y descansar.

De camino al metro cruzamos el animado mercadillo llamado Feira de Ladra o Feria del Ladrón, que es similar a nuestro rastro madrileño. Eso si, no había tanta gente como en el de Cascorro, y los puestos eran bastante más descuidados.

Llegamos entonces a la estación de Santa Apolonia y volvimos en metro al hotel.

Comimos en un restaurante típico portugués, y tras un reparador descanso cogimos el metro hasta la parada de metro de Moscavide.

Allí ibamos a visitar otro de los pocos lugares que ya había conocido con anterioridad. Se trata de la ubicación de la antigua Expo 98.

La zona se denomina actualmente El Parque de las Naciones, y tiene poco que ver con esa misma zona que visitamos en el año 1998.

Entre las cosas que si que recordaba de nuestra anterior visita es la torre Vasco de Gama. 

Esta imponente torre de 145 metros ade altura domina toda la ribera del Tajo, con su forma de vela de barco.


Torre Vasco de Gama

A la izquierda de la torre podemos ver el impresionante puente Vasco de Gama. 

Se trata el puente más largo de Europa con sus 17,2 km de longitud. Realmente es complicado ver el final del túnel en la otra orilla del Tajo.


Puente Vasco de Gama

Puente Vasco de Gama

Avanzamos junto a la orilla del Tajo, por un paseo muy frecuentado por deportistas que practican ciclismo o running. 

A la derecha podemos ver multitud de restaurantes y pubs de todo tipo que se ubican en lo que antiguamente eran los pabellones de la expo.


Parque de las naciones

Teleférico

Jardín

Torre Vasco de Gama

Teleférico sobre el Tajo

Jardín

Jardín

Llegamos hasta el antiguo Pabellón Atlántico, que ahora tiene el curioso nombre de Meo Arena. Este es el pabellón más grande de Portugal, con capacidad para 20.000 personas. 

En general es usado como escenario de grandes conciertos y de grandes eventos deportivos.


Pabellón atlántico

Zona de terrazas

Paseo junto al Tajo

Gil, mascota de la expo 98

Pasamos entonces por un estrecho puente de madera que se internaba un poco en el tajo, y rodeaba el oceanario de Lisboa. 

Hace 15 años lo visitamos durante la expo, y no me pareció gran cosa, así que nos ahorramos los 12€ de la entrada.

Oceanario

Pabellón atlántico

Oceanario

Nuevos chalets

Después del agradable paseo junto al Tajo, emprendimos camino de vuelta hacia en centro de Lisboa.

Julio Iglesias en el Meo Arena

Esta vez cogimos el metro en la parada de Cabo Ruivo hasta la ya conocida de Rossio.

Desde allí caminamos hasta la famosa Plaza del Comercio. 

Allí se encontraba el antiguo palacio real de Lisboa, que fue destruido en el terremoto de 1755. 
Los nuevos edificios, con arcadas rodeando la plaza están ocupados actualmente por ministerios.
A esa plaza llegaban los barcos que remontaban el estuario del Tajo con mercancías para comerciar.

Plaza del Comercio

Junto a la Plaza del Comercio, se ubica la Plaza do Municipio. Allí se encuentra la sede del ayuntamiento de Lisboa.

Ayuntamiento

Plaza do municipio

Ya estaba anocheciendo, y la zona nos pareció que crecía en inseguridad. 

En apenas 5 minutos nos ofrecieron hasta en 3 ocasiones droga. 
Ya habíamos leído sobre ello, y pasamos olímpicamente de los "camellos". 
Pero la verdad es que son detalles que deberían ser más cuidados en una ciudad como esta.

Cenamos en el Mc Donalds de la  Plaza del Rossio, y emprendimos el camino de vuelta al hotel para nuestro merecido descanso.


DIA 7

Con las piernas y la mente totalmente recuperadas del día anterior, nos pusimos en marcha para este segundo y último día de visita en Lisboa.

Nuestro destino inicial se encuentra un poco alejado del centro de la capital portuguesa, se trata del Barrio de Belem.

Para llegar hasta allí cogimos el tranvía número 15 en la Plaza de Figueira, y en unos 25 minutos nos dejó en frente del monumento más famoso de Lisboa, y uno de los más famosos de Portuigal: la Torre de Belem.


En tranvía camino de Belem

Puente 25 de abril

Torre de Belem

Se trata de una torre de 5 pisos de altura con un baluarte situado junto a la desembocadura del Tajo.
La torre fue finalizada en 1520, y sirvió como centro de recaudación de impuestos para poder entrar a la ciudad.

La Torre de Belem es el más claro ejemplo del arte Manuelino. Su fachada se encuentra adornada con cuerdas esculpidas en piedra, galerías abiertas, torres de vigilancia en estilo mozárabe y almenas en forma de escudos decoradas con esferas armilares.

Tras hacernos unas fotos frente a ella, entramos en su interior. 
Nosotros cogimos la entrada conjunta de la Torre de Belem y el Monasterio de los Jerónimos por 10€. 
Los 2 monumentos forman parte de las 7 maravillas de Portugal

En la planta baja lo primero que nos encontramos son 16 troneras con sus correspondientes cañones defensivos.


Troneras con cañones

Cañones

Vista desde una tronera

Allí pudimos ver las trampillas donde tiraban a los prisioneros, y se podía acceder a la zona destinada a prisión.


Torre de Belem

Para subir a los pisos superiores hay una pequeña escalera de caracol que sirve tanto para la subida como para la bajada. Para regular el tráfico de visitantes tiene un semáforo y un inquietante sonido intermitente, que avisa cuando se va a realizar el cambio de sentido.

Puente 25 de abril sobre el Tajo

Vista desde la torre

Vista desde la torre

Vista desde la torre

Vista desde la torre

Detalle de la torre

Conseguimos subir hasta la parte superior con alguna estrechez de por medio, y allí pudimos disfrutar de la magnífica vista del río tajo. Poco a poco fuimos bajando piso por piso hasta que llegamos nuevamente al piso inferior.

En los pisos intermedios hay pequeñas exposiciones audiovisuales de la historia de la torre.

Una vez en el piso inferior, salimos a la parte de la terraza sobre el Tajo. Desde allí se puede ver una bonita vista de la parte de la torre que da al río.

La torre desde la terraza

De vuelta a tierra firme, iniciamos un pequeño paseo por la orilla del Tajo, hasta que llegamos al Monumento a los Descubrimientos.


El río Tajo

Monumento homenaje a la aviación

El Monumento a los Descubridores data del año 1960, y sirve como homenaje a todos los que participaron en la Era de los Descubrimientos portugueses.


Monumento a los descubridores

Monumento a los descubridores y puente 25 de abril

Detalle del monumento

Músicos callejeros

Entrada al monumento

Monumento a los descubridores

El monumento tiene la forma de una carabela con el escudo de Portugal en los lados y la espada de la Dinastía de Avís sobre la entrada. El infante Enrique el Navegante preside la escena monumental, con una carabela en la mano. Junto a él, otras 32 personalidades de la era de los descubrimientos, entre las que se encuentran reyes, navegantes, capitanes, marineros, cartógrafos, matemáticos...

Se puede subir al monumento, pero no me pareció que fuera algo que mereciera excesivamente la pena.

Frente al monumento a los descubrimientos nos encontramos con una enorme rosa de los vientos pintada en el suelo. 
Esta rosa da los vientos de 50 metros de diámetro, representa la ruta de los descubridores portugueses y los diferentes lugares que descubrieron.

Continuamos paseando junto al Tajo hasta que llegamos a un pequeño jardín que se sitúa enfrente de la entrada del Monasterio de los Jerónimos.

Este es otro de los monumentos imprescindibles de la capital portuguesa. Data del Siglo XVI y se trata de un antiguo monasterio de la Orden de San Jerónimo.

Monasterio de los Jerónimos

El monasterio de los Jerónimos es el mayor representante del estilo manuelino, que se caracteriza por la mezcla de motivos arquitectónicos y decorativos del gótico tardío y del renacimiento.

Destacan los portales principal y lateral, el interior de la iglesia y el magnífico claustro.


Puerta principal

Claustro

Claustro

Detalle de las bóvedas

Al tener la entrada conjunta con la torre, no tuvimos que esperar la larga cola que había formada frente a las taquillas.

Entramos directamente al claustro. La verdad es que es uno de los más bonitos que vimos en el viaje, con una fuente central y completamente decorado.

El claustro tiene dos pisos. En la parte alta se puede acceder al coro de la iglesia, así como a la sala capitular. 

En ella se encuentra la tumba de Alexandre Herculano, que es un famoso historiador y fue el primer alcalde de Belem.

Pasamos por el amplio refectorio abovedado, y por salas con exposiciones que recorren la historia de Portugal y del mundo.

Sin duda la parte más espectacular es la iglesia. Su decoración es muy rica, destacando el altar mayor de estilo renacentista.

Coro

Iglesia desde el coro

A la entrada de la gran nave principal nos encontramos con las tumbas de dos de los más importantes personajes de la historia de Portugal. 

A un lado está el gran navegante Vasco de Gama que descubrió la ruta marítima a la India, y a otro el gran poeta Luis de Camoes.


Sepulcro de Vasco de Gama

Sepulcro de Luis de Camoes

El coro desde la iglesia

La visita realmente merece la pena, aunque desde mi punto de vista el Convento de Cristo de Tomar me pareció mas bonito e interesante.


El tranvía - bar

Una vez cumplida la mayor parte de nuestras visitas turísticas programadas para ese día, decidimos darnos un buen homenaje con dos comidas típicas portuguesas.

Por una lado comimos un espectacular cocido portugués y como postre nos acercamos a la famosa pastelería de belem. 

Como consejo para degustar los pasteles de belem, os diría que no esperarais la cola que hay para comprar en el mostrador. Es preferible sentarse en una mesa del interior y pedirlos allí, tanto para llevar como para tomarlos sentados tranquilamente disfrutando de ese histórico establecimiento. 
Los pasteles están buenísimos, 100% recomendables.


Cocido portugués

Pastelería de Belem

Interior de la pastelería

Pasteles de Belem

Cogimos el tranvía de vuelta a la plaza de Figueira y de ahí el metro al hotel. 

Descansamos un rato allí y como no podía ser de otra forma iniciamos una de esas visitas futbolísticas imprescindibles en todos nuestros viajes.


Metro de Lisboa

Nos bajamos en la parada de metro de Colegio Militar / Luz, y nos encontramos de frente con uno de los estadios más modernos de Europa, el Estadio da Luz.


Estadio de la luz

Da Luz es el estadio más grande de Portugal, con una capacidad de 65.000 espectadores. Ha sido sede de la final de la Euro 2004, y en 2014 se disputará allí la final de la Champions League.

El estadio es propiedad del SL Benfica, que es, tras el Oporto, el equipo más laureado de Portugal, ostentando el mayor número de títulos nacionales gracias a sus 32 ligas y 24 copas portuguesas. Además posee dos títulos de campeón de Europa.

Para llegar al estadio hay que pasar por un túnel que discurre por debajo de una autopista. Nosotros no vimos el túnel y pasamos un poco a lo kamikaze.

Llegamos a la entrada principal del estadio y sacamos 2 tickets para la visita guiada.

Justo enfrente de la entrada hay una escultura a tamaño real del jugador símbolo del Benfica, y uno de los mejores de la historia: Eusebio.


Estatua de Eusebio

Curiosamente la tienda oficial del Benfica se encontraba enfrente de la entrada, y está dentro de un Media Markt.


Tienda oficial del Benfica

Llegó el turno de nuestra visita, y esperamos que se formara el grupo junto a un busto de Feher; jugador húngaro que perdió la vida durante un partido del Benfica

La visita fue mucho menos estricta que la de Oporto, permitiendo hacer fotos, y en muchos momentos deambular a nuestras anchas por el estadio. Compartimos grupo con un equipo infantil de soccer estadounidense, que realizaban todo tipo de preguntas a la guía.
Pasamos por el palco, el vestuario visitante, la zona de banquillos y la sala de prensa.


Maqueta nuevo estadio de la luz

Maqueta antiguo estadio de la luz

Tribuna

Fondo

Mural del vestuario del Benfica

Vestuario del Benfica

Sala de prensa
Pero sin duda lo que más nos llamó la atención fue la famosa águila del Benfica, que representa a los seguidores del club lisboeta. 
Dicho águila estaba cómodamente instalada en uno de los fondos del estadio a pie de césped. El águila realiza un vuelo en círculos antes de cada partido para llegar a posarse sobre el escudo del Benfica, y desatar la locura entre la hinchada que ocupa las gradas del estadio.

Águila del Benfica

Águila del Benfica

Llama la atención que al igual que en Oporto, el estadio no dispone ni de museo ni de sala de trofeos. 

Nos llevaron a una sala donde se amontonaban los trofeos de todas las secciones del club, que estaban siendo restaurados para ser expuestos en el futuro museo del club.

Posiblemente fue la visita que más nos gustó de los estadios que vimos en el viaje. Nos dieron hasta un diploma recordatorio de la visita.

Salimos del estadio, esta vez si por el puente bajo la autopista, y nos dirigimos en metro de nuevo al centro de Lisboa.


Mural bajo la autopista

Esta vez dimos una vuelta por uno de los barrios más famosos de Lisboa, el barrio del Chiado.

El barrio destaca por sus zonas comerciales, teatros, museos y cafeterías.

De hecho nos detuvimos a tomar algo en la terraza de la famosa cafetería A Brasileira, en plena plaza del Chiado. 

Allí un numeroso grupo tocaba música reagge, amenizando la tarde de todos los que nos encontrábamos allí.

Junto a nuestra mesa había una estatua del poeta Fernando Pessoa sentado en una mesa de la terraza.


Plaza del Chiado

Terraza de A Brasileira

Estatua de Fernando Pessoa

Tras el agradable descanso bajamos hasta la plaza de Figueira pasando junto al elevador de Santa Justa. 
Es muy llamativo este elevador, ya que une los barrios de Baixa y Chiado salvando una altura de 45 metros.

Elevador de Santa Justa

LLegando a la plaza del comercio

Llegamos nuevamente a la plaza del Comercio, pero esta vez aun de día, por lo que pudimos ver el río Tajo en su máxima expresión, cruzado por el magnífico puente 25 de abril. 
Este puente de 2.277 metros de longitud, es el 21º puente colgante más largo del mundo.
Guarda una gran similitud con el famoso Golden Gate de San Francisco, ya que fue diseñado por el mismo gabinete de ingeniería. 
La gran diferencia con el americano es que el puente 25 de Abril tiene además de una plataforma para tráfico rodado, una plataforma para ferrocarril.


Plaza del comercio

Catedral de Lisboa

Plaza del comercio

Puente 25 de abril

Arco de entrada a la plaza del comercio

Junto al puente se alza la imponente estatua de Cristo Rey, que domina la orilla opuesta del Tajo. La estatua se alza hasta los 100 metros de altura, y es una copia del famoso Cristo Redentor de Rio de Janeiro.


Lisboa al atardecer

En ese momento el cansancio empezaba a apretar, así que tras una suave cena decidimos volver al hotel a descansar, ya que el día siguiente iba a ser duro.

DIA 8

Nos levantamos bastante pronto y tomamos un desayuno ligero en el hotel.

Se presentaba uno de los días más esperados del viaje, aunque se trataba de un auténtico marathon. 

Teníamos previsto realizar 4 visitas en Sintra, ir al Cabo da Roca, bañarnos en Cascais, y pasar por Estoril

Nuestra primera parada es el cercano municipio de Sintra. Dista unos 27 km de Lisboa, y es uno de los municipios más turísticos de Portugal.

Gracias a que llegamos pronto, pudimos aparcar sin problemas en el centro del pueblo .

El Palacio Nacional de Sintra se encuentra en una zona más elevada, a las afueras de Sintra. Pudiendo acceder a través de la serpenteante carretera que atraviesa el bosque.


Palacio Nacional de Sintra

Desde donde aparcamos tuvimos que dar un pequeño paseo de 10 minutos hasta que nos encontramos frente al Palacio Nacional.

El Palacio Nacional de Sintra inició su construcción en el siglo XVI y su estilo arquitectónico evoluciona presenta trazos góticos, manuelinos, renacentistas y románticas.

El palacio está formado en varios cuerpos unidos por bonitos patios portugueses.
A primera vista lo que más llama la atención es la imponente figura de sus dos enormes chimeneas cónicas de 33 metros de altura. Las chimeneas son la parte más reconocible del palacio, y se han convertido en el auténtico símbolo de la ciudad.

Sacamos una entrada conjunta para el Palacio Nacional, El Palacio da Pena y el Castelo dos Muoros.
El palacio es una sucesión de salas ricamente decoradas y patios con fuentes y azulejos.


Salón del palacio

De entre las salas destacan sobretodo la Sala dos Cisnes, donde se ofrecían suntuosos banquetes, la Sala Moura con decoración árabe y la Sala das Pegas, cuyo techo está totalmente cubierto por 136 paneles triangulares y dentro de cada uno de ellos hay pintada una urraca.

Aunque para mi la más espectacular es la Sala dos Braçoes. Se encuentra instalada en la torre más alta del palacio, y destaca la bóveda, que está decorada con los escudos de 72 familias nobles portuguesas y las paredes fueron recubiertas por paneles de azulejos en azul y blanco

Fuente

Azulejos decorados

Patio del palacio

Salón de recepción

Bóveda de la sala dos braçoes

Capilla
Para terminar entramos en la enorme cocina dominada por las 2 enormes chimeneas cónicas del s XVI.

Cocina

Interior de la chimenea

Salimos del palacio con buen sabor de boca, aunque sabíamos que no era más que un aperitivo de los que aun nos quedaba por ver ese día.


Sintra

De vuelta al coche hicimos una parada técnica en la famosa Fabrica de las verdaderas Queijadas de Sapa para tomar un segundo desayuno (parecíamos hobbits). 
Allí pedimos las famosas queijadas, que es el dulce más típico de Sintra, realizado a base de cuajo, harina de trigo, yemas de huevo, almíbar de azúcar y canela.
Realmente estaba muy buenas, y nos llevamos un par de paquetes para Madrid.

De vuelta al coche subimos hasta nuestro siguiente destino que era la Quinta de Regalería
Se encuentra a unos 2 minutos en coche del Palacio. Seguimos los carteles y aparcamos en uno de los márgenes de la carretera.

Pagamos 6€ por la entrada, y nos dieron un mapa para guiarnos.

Desde que volvimos de Portugal siempre he dicho que la Quinta de Regalería fue sin duda lo que más me gustó del viaje, pero me cuesta mucho explicar lo que realmente nos encontramos al atravesar sus puertas, y lo que sentimos en su interior.

La Quinta de Regalería está formado por un bonito palacio y sus jardines. Pero realmente es mucho más.

En sus jardines nos encontramos una pequeña ermita, un siniestro invernadero, torres de piedra, cascadas, cuevas... 

Todo ello rodeado por el aura de misterio que da la simbologías que tienen que ver con la alquimia, la francmasonería, los caballeros templarios y el rosacrucismo.


Palacio de Regalería

La quinta es fruto de la idea del aristócrata portugués António Augusto Carvalho Monteiro y un arquitecto que le ayudó a concretar su sueño: el italiano Luigi Manini.

Las obras concluyeron en 1910 y se abrieron al público en 1997.

Comenzamos la visita por el Palacio de Regalería. Realmente lo verdaderamente bonito del palacio es su fachada principal de estilo manuelino.

En el interior hay varias exposiciones audiovisuales, pero a mi me encantó la biblioteca con suelo de espejo, que produce la inquietante sensación de que los estantes son infinitos. Hay también una sala de alquimia y destaca el salón de caza.

Salimos del palacio, y fue entonces cuando realmente nos sumergimos en la Quinta de Regalería.

Palacio de Regalería

Muy cerca pudimos ver la Capilla de la Santísima Trinidad, construida en piedra blanca. 
Entramos por una estrecha escalera de caracol que se encontraba en el interior de una pequeña cueva ubicada en la parte baja de la capilla. 

El el interior destaca una enorme cruz de la Orden de Cristo. 

Salimos esta vez si como las personas normales, por la puerta principal, y subimos hacia la torre de Regalería. 

De camino pasamos junto a un enigmático invernadero, que bien podría ser el escenario de una película de terror.

Capilla de la Santísima Trinidad

Interior de la capilla

Capilla de la Santísima Trinidad

Detalle de la quinta


Invernadero

Estatua mitológica
Desde lo alto de la torre de regalería podemos ver el pueblo de Sintra, con las dos enormes chimeneas del Palacio Nacional.

Torre de Regalería

Sintra

Cerca de allí se encuentra un estanque sobre el que desciende una ruidosa cascada. 

Hacia el estanque bajan unas escaleras, que desembocan en unas piedras ubicadas sobre el estanque a modo de paseo sobre las aguas. 
A mi me pareció más como las zamburguesas de humor amarillo.

Como vivimos al límite y nos gusta el riesgo, cruzamos el estanque por encima de las piedras, y a pesar de nuestro limitado equilibrio conseguimos llegar al otro lado totalmente secos.


Pequeña cascada

Las zamburguesas

Pozo imperfecto

Desde allí comienza una cueva que nos lleva por detrás de la cascada, y que tiene varios caminos posibles.
Ayudados por la linterna del móvil y por unas tiras de leds que habían instalado en el suelo, llegamos a una de las torres invertidas llamada pozo imperfecto.

Pozo imperfecto

Cueva

Siguiendo el otro ramal de la gruta llegamos a la zona más inquietante de la quinta, que es el pozo iniciático, que a modo de torre invertida lleva al interior de la tierra.

De quince en quince escalones y en forma de espiral se ascienden nueve plataformas que, recreando el ritual, harían bajar al abismo o subir al cielo, según el recorrido iniciático escogido.

Las nueve plataformas son una referencia los nueve círculos del Infierno, las nueve secciones del Purgatorio y los nueve cielos del Paraiso de la Divina Comedia de Dante.

En el fondo, acentuando el dramatismo, sobresale la Cruz de los Templarios gravada en mármol rosa.


Pozo iniciático

Pozo iniciático
Desde el fondo del pozo la visión del exterior es realmente sobrecogedora, y desde la parte alta la visión es más inquietante aun.

Construcción

Subimos hasta la parte exterior, y ahí nos dimos cuenta del largo camino que habíamos recorrido bajo tierra, ya que veíamos a bastante distancia la torre de regalería. 

También nos dimos cuenta que en esta zona el bosque es bastante más salvaje que en la zona cercana al palacio.


Zona de bosque espeso
Bajamos de la zona de bosque espeso, y llegamos hasta un estanque con mucha vegetación, cerca ya de la zona de la carretera.

Estanque

Desde allí comienza el llamado Patamar dos Deuses, que es un largo camino flanqueado por estatuas de diversos seres divinos.

Patamar dos Deuses

Una vez de vuelta en la zona de la entrada, nos quedamos apenados, porque ahí acababa la visita.
Realmente habíamos disfrutado mucho con el recorrido.

Palacio de Regalería

Entramos por todas las grutas, subimos a las torres y fuentes, vimos las esculturas llenas de simbología masónica, templaria...

Me pareció una visita absolutamente imprescindible y recomendable.

De vuelta al coche, continuamos ascendiendo por la estrecha carretera de la sierra de Sintra, y llegamos a nuestro siguiente destino: el Castelo dos Mouros.


Castillo de los moros

Los primeros datos que disponemos de este castillo datan del SVIII, aunque fue en la edad media cuando vivió su época de mayor esplendor-

Aparcamos cerca de la entrada y entramos al recinto del castillo. 
Como teníamos la entrada comprada, simplemente nos dieron el ticket para pasar el control de acceso.

La visita al Castelo dos Mouros desde mi punto de vista fue la más exigente fisicamente de todas las que hicimos.

La primera parte nos lleva junto a la muralla a la entrada principal del castillo. Se trata de un pequeño paseo de unos 10 minutos por una zona boscosa.


Una de las torres del castillo

Junto a la entrada principal hay varias excavaciones de edificaciones paleocristianas.

Una vez en su interior pudimos admirar la magnífica muralla de 450m de perímetro y sus 5 torres.

El castillo se encuentra en una situación elevada, por lo que su función principal era la de vigilancia, más que la propia defensiva.


Zona de la muralla que da a Sintra

Empezamos subiendo a las torres más cercanas a la entrada. Desde allí se podía ver todo el valle, con la ciudad de Sintra a nuestros pies, y el palacio nacional destacando sobre el resto de edificaciones.

Sintra

Zona de viviendas

Pero el gran reto sin duda era llegar hasta la torre más elevada, que es la llamada Torre Real. 
Se accede a ella por una escalinata de 500 peldaños. La escalinata discurre junto a la muralla, a pleno sol, y salva un desnivel importante. 
Hacía un día bastante caluroso, por lo que supuso un esfuerzo bastante grande llegar hasta la cumbre de la Torre Real.

Subida a la torre real

Torre de defensa

Subida a la torre real

Eso si, el esfuerzo realizado por la ascensión se nos olvidó rápidamente cuando pudimos disfrutar de la espectacular vista que nos ofrecía ese privilegiado lugar.
Por un lado se podía ver el castillo en toda su amplitud, con la ciudad de Sintra bajo él. 
Girando la vista a la izquierda se apreciaba la inmensidad del Océano Atlántico y el Cabo da Roca.

A mitad de subida

Vista desde la torre real
A nuestra espalda pudimos ver por primera vez uno de los monumentos más fotografiados de Portugal, y el que sería nuestro siguiente destino: el Palacio da Pena  
La vista que teníamos ahora me recordó bastante al famoso castillo de Neuschwanstein, salvando las distancias.

PPalacio da pena

Palacio de regalería

Disfrutamos un rato de las magníficas vistas de la Torre Real, y emprendimos el camino de bajada.

Aprovechando que había un chiringuito con terraza a la sombra, nos tomamos un pequeño refrigerio para recuperar fuerzas de cara a las visitas que nos quedaban.

Deshicimos el camino hasta la entrada del castillo, y cogimos de nuevo el coche para acercarnos lo máximo posible al Palacio da Pena.

Cartel de la sierra da pena

Aparcamos en un parking que habían realizado en medio del bosque, y acudimos a la entrada del palacio.

Desde la entrada donde se compran y validan las entradas al palacio hay una subida considerable. 

Nos indicaron que se tardaba entre 20 y 30 minutos en subir a pie hasta el palacio. 

Para salvaguardar nuestras ya maltrechas piernas, decidimos coger una especie de autobús, que por 2€ realizaba el camino de subida y de bajada hasta el palacio.


Autobús de subida al palacio

En el autobús nos encontramos con un nutrido grupo de jubilad@s españoles, que como no podía ser de otra forma se pasaron todo el camino de subida protestando sobre cualquier mínima cosa que se les ocurriera.

Llegamos por fin a la entrada del Palacio da Pena.


Palacio da Pena

Arco de entrada

Entrada principal

Palmeras junto a la entrada

El Palacio da Pena es la mayor expresión del estilo romántico portugués, y se caracteriza por sus vivos colores y su estilo de cuento de hadas.

El palacio se construyó en el s XIX, y fue la residencia de la monarquía portuguesa durante un largo periodo.

Todas las torres, menos la del reloj, poseen cúpulas. 

Los temas de inspiración escogidos fueron principalmente la arquitectura morisca y mudéjar de España.

Nada más entrar nos encontramos en un zizaqueante paseo, que nos lleva hasta el arco del tritón. Esta es una puerta con un arco coronado por la figura de un tritón (criatura medio hombre , medio pez) saliendo de una concha.

Arco del tritón
Atravesamos la puerta y llegamos al patio de los arcos, formado por magníficos arcos de estilo morisco. 

Desde aquí se ingresa a la capilla, que tiene un precioso retablo de mármol, y a los claustros del antiguo monasterio restaurado, cubierto de azulejos polícromados, y donde destaca la torre del reloj.

Desde allí parte el sendero de la guardia, que bordea la mayor parte del perímetro del palacio, y que nos ofrece unas vistas privilegiadas de la sierra de Sintra.

Sierra de Sintra

Palacio de los moros

Sendero de la guardia

Arco de entrada desde el interior

Tras completar el sendero, entramos en los aposentos reales del interior del palacio.

De allí destaca el salón árabe, el refectorio del antiguo convento, el salón noble cubierto por vitrales alemanes y las cocinas con el menaje original.


Llave original del palacio

Patio decorado con azulejos

Vajilla

Comedor con techo nervado

Dormitorio

Sala de pintura

Dormitorio

Sala de música

Ducha

Escritorio

Bóveda decorada

Sala de palacio

Vista desde la terraza

Objetos de oro

Torre del reloj

La visita es realmente imprescindible, y la disfrutamos en todo su esplendor.

Bajamos nuevamente en el "autobús" y emprendimos camino de vuelta a Sintra.

Desde allí nos dirigimos a nuestro siguiente destino, que era el Cabo da Roca.

La distancia no era larga, apenas unos 17 km, pero el problema es que la última parte del recorrido se hace a través de carreteras estrechas, pequeños pueblos, y hay pocos carteles indicativos. Afortunadamente nuestro GPS conocía el camino, y llegamos al Cabo da Roca en unos 20 minutos.

El Cabo da Roca es un cabo situado en el punto más occidental de la Europa continental, y fue considerado en la antigüedad como el fin del mundo.

En el Cabo da Roca hay, además, un faro inaugurado en 1772, uno de los más antiguos de Portugal.


Cabo da roca

Faro del cabo da roca

Ofrece desde su mirador una vista espectacular de la costa recortada sobre el océano; en él encontraremos también un monolito donde están inscritas las coordenadas exactas del cabo.

El océano atlántico

Acantilados junto al cabo da roca

Monolito del cabo da roca

Vista desde el cabo da roca

Para hacerse una foto en el monolito hay que esperar pacientemente el turno, ya que todos los turistas queríamos nuestro recuerdo. 

En el monolito se puede leer también la famosa frase del poeta Luís de Camões , que definió el cabo da Roca como el lugar «donde la tierra acaba y el mar comienza» (Onde a terra acaba e o mar começa).

Monolito que recuerda la carrera del cabo da roca

Camino de llegada al monolito

La vista desde allí es espectacular. Estuvimos allí un rato disfrutando de sus escarpados acantilados, y de la inmensidad del océano atlántico bajo nuestros pies.

De vuelta al coche , nos dirigimos a Cascais. Realizamos los 19 km por la carretera que bordea la costa portuguesa.

Pasamos por la boca do inferno, que es un acantilado donde rompen las olas pasando a través de una cueva. El sonido del mar es como si se tratase del mismo infierno.
Paisajes sobre el océano atlántico

Boca do inferno

Llegamos a Cascais. 

Se trata de un pintoresco pueblo de pescadores, que se ha convertido en uno de los más bulliciosos y sofisticados destinos de vacaciones en la Costa Azul portuguesa.

Se caracteriza por acoger a turistas con un alto poder adquisitivo.

Cascais es un pueblecito con muchas tiendas y cafés, también sigue siendo un lugar de ambiente tranquilo y activo puerto pesquero, con un encantador casco antiguo lleno de estrechas y sinuosas callejuelas.


Calle de Cascais

Ayuntamiento de Cascais

Nosotros lo primero que hicimos fue ponernos el bañador y disfrutar de un relajante baño en la playa de los pescadores. .


Paseo marítimo

Paseo marítimo

Playa de los pescadores

Edificio junto a la playa

Playa de cascais

Playa de cascais

Tras el baño reparador dimos un paseo por la zona peatonal de Cascais. Allí encontramos un sitio para comer el famoso bacalao gratinado con cebolla caramelizada, que estaba buenísimo.

bacalao gratinado

De vuelta al coche pasamos por Estoril, donde pudimos ver su famoso casino, y pasamos cerca del circuito de velocidad.

Casino de Estoril

Finalmente regresamos a Lisboa, contentos de haber vivido un magnífico día.

DÍA 9

Con pena por abandonar la capital portuguesa, cogimos nuestras maletas y emprendimos camino hacia el sur.

Pero antes de decir adiós definitivamente a Lisboa, nos quedaba una visita obligada (por lo menos para mi jejeje): el estadio José Alvalade.


Fachada del estadio

Entrada al estadio

Fachada del Jose Alvalade

Fachada del estadio

El estadio Jose Alvalade es propiedad del Sporting Clube de Portugal (más conocido como Sporting de Lisboa).

Tiene capacidad para 50.044 espectadores y fue inaugurado el 6 de agosto de 2003. Se disputaron en él 5 partidos de la Euro 2004, entre ellos una de las semifinales.

El estadio llama sobretodo la atención por la multitud de colores que tiene tanto en su fachada como en el interior.

Comenzamos la visita desde la tienda oficial del Sporting. 

Allí tienen un mural donde se representa a los fundadores del club, y a los jugadores más importantes de su historia. Entre los más famosos destacan Figo y Cristiano Ronaldo.


Equipaciones oficiales

Nuestra guía nos llevó por la zona VIP, el palco presidencial y la zona de vestuarios. 

Terminamos la visita sobre el césped del estadio, que aunque estaba en mejor estado que los anteriores, también presentaba bastantes deficiencias.


Maqueta del antiguo estadio

Cristiano Ronaldo

Sala de calentamiento

Como curiosidad, me gustaría destacar que nuestra guía aprovechaba cualquier excusa para atacar al Benfica, que es el gran rival histórico del Sporting. Está claro que tienen la rivalidad futbolística muy a flor de piel en la capital portuguesa.


Vestuario del Sporting

Fondo

Tribuna

Tribuna principal

Fondo

Vista desde el palco

Tras la visita pudimos recorrer el museo del Sporting. Fue una grata sorpresa, ya que ninguno de los otros grandes estadios portugueses tiene museo o sala de trofeos.

Allí pudimos ver la multitud de secciones deportivas que posee o ha poseido el Sporting. 

Algunas son famosas internacionalmente, como el futbol, baloncesto, ciclismo,... pero otras son  curiosas, como las de  boxeo, gimnasia, esgrima, automovilismo...


Mono del sporting

Trofeos de fútbol sala

Trofeos de boxeo

Primeros uniformes

Recopa de Europa

Pines de equipos viositantes

Además de los típicos recuerdos antiguos referentes a la historia del Sporting, nos encontramos con una enorme vitrina donde se exponen miles de trofeos obtenidos por todas las secciones y categorías del club.

Trofeos de las secciones del club

Trofeos

Trofeos

Equipaciones, balones y fotos antiguas

Trofeos

Periódicos y equipaciones

Camiseta de Schmeichel y virgen de Fátima

La última zona nos ofrece objetos más modernos, entre ellos destacan todos los referentes a la EURO 2004 y a la inauguración del estadio.

Trofeo de campeón de Portugal

Equipo del sporting del partido inaugural

Recuerdos de la Euro 2004

banderines de equipos visitantes

Réplica del Vicente Calderón

Salimos del estadio con muy buen sabor de boca, y nos despedimos de Lisboa para emprender rumbo al sur.


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